jueves, 19 de noviembre de 2009

Durante aquel mes se produjeron muchos cambios en la casa donde vivía el profesor...


...Yo los observaba como quien no mira desde la ventana de enfrente.
sentado sobre la repisa de la estufa.
Después de que se lo llevaran aquella madrugada,
dejando como huella un marcapáginas del sagrado corazón en la acera,
la casa se iba desmoronando en golpes, insultos y noches de vejaciones
hasta caer un día de lluvias de jarros fríos.

Yo creo que la casa era espejo del cuerpo del profesor
y que le mataron los militares que se lo llevaron.
Pero yo sólo soy la gata del vecino.
Y ahora, donde hubo casa
hay un solar que será un supermercado...

1 comentario:

pirata rata dijo...

A la postre, ayer me postré ante la ganadora de los “postre relatos”.
Felicidades, "maga cortazariana" de las letras, trenzadora de historias que van y vienen, sazonadora de realidades comunes.

Antesdeayer, después del postre de la cena, mientras pelaba y cortaba patatas, por el milagro de la radio, aún no me explico como por un artefacto como ese es posible escuchar la voz de una persona, pude oir su nombre.
El cuchillo, por el espasmo de mi mano, profundizó en el tubérculo, y la monda de la piel, no resultó del mínimo grosor posible. A mi me gusta una peladura continua y fina.

A unos treinta kilómetros septentrionalmente, me imaginé que ella escuchaba su nombre, sentada en el sofá, con las piernas muy juntas, con todos sus dedos cruzados, los ojos cerrados a lo bestia y los dientes apretados a punto de que le saltaran los empastes.

–Si- dijo ella a la vez que se levantaba a lo Rockie (parapan, parapan, parapan, parapan, para, pan, pan…, pan… pan….)
-Esa soy yo-.


El pinche indones Birmetie