martes, 23 de marzo de 2010

Casi Valiente


El día en el que Casi kedó viuda, empezaban los juegos olímpicos del año 82.
Por eso desde aquél día, Casi no vió ningún programa deportivo.
Le recordaba tanto a Mira que no podía soportar ni un primer plano de una pelota de golf.
Pasar la vida ajena a los eventos deportivos es un reto.
Tropiezan con Casi en el telediario, en las noticias de la radio, en vallas publicitarias, en los autobuses, en obsoletos en mercadillos, regalos en patatas fritas...
Pero ella es Casi Valiente.
Su padre Vicente Valiente le había enseñado a jugar al dominó cuando ella
pasaba el verano en la clínica de Valencia, para curar el asma que había heredado de la casa
en la que vivió sus primeros 3 años.
Casimira Valiente espera el tren que le llevará a ver a su maestro de dominó.
Hoy jugará con Vicente en la terraza de la residencia mientras escucha los primeros acordes de su canción.
El tarareo de Casi es el engaño de una tarde futbolera de domingo.
El compás son las fichas taladradas por tornillo dorado.
A lo lejos una chicharra desvela todas las siestas de este verano.

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