el perro llegó hasta los pies del pequeño rey de la Isla de San Pedro y olisqueando la arena lamida por las olas le dijo en silencio:
el mar me obliga a que yo, su humilde vasallo, una las palabras que ha dejado con gotitas enganchadas en mi perro pelaje: Deberá buscar hoy cinco sonrisas, fotografiar una flor y colgarla de una veleta.
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